Un DLC que no parece DLC, parece fiesta patronal gamer
Desde que se anunció Shadow of the Erdtree, el hype estaba por los cielos y con justa razón. FromSoftware no se anduvo con rodeos y nos soltó una expansión que está más cargada que los tacos de suadero de la esquina. Aquí no hay relleno: todo está pensado, medido y diseñado para que sufras, pero de ese sufrimiento rico que uno agradece.
Más difícil que terminar la prepa abierta
Si creías que ya la habías librado con el juego base, pues agárrate porque aquí te van a poner a prueba. La dificultad no es de a gratis: los jefes nuevos son una chulada (y una mentada, también). Cada uno tiene su estilo, su ritmo, y sus triquiñuelas que te hacen decir “ya casi lo mataba” unas 27 veces. Pero cuando por fin lo logras, ¡uff! Se siente como pasar tu examen de manejo a la primera.
Puro arte, ni parece juego
Visualmente es una joyita. Desde los bosques tenebrosos hasta los templos caídos, todo tiene un aire de misterio que te atrapa. Jugar esto en una consola de nueva generación es como ver una película de arte, pero con espadazos y magia. Los colores, las sombras, la música: todo está al tiro. Además, corre bien fluido, sin trabones ni bajones de ritmo.
Historia que no te da todo peladito y en la boca
Aquí nada es obvio, y eso se agradece. El lore se va armando con pistas, con detalles, con cosas que casi ni ves si no estás bien atento. Hay que leer, hay que escuchar, hay que ponerle coco. Pero si le entras bien, descubres una historia profunda, de esas que te hacen quedarte pensando aún cuando ya apagaste la consola.
Conclusión
Shadow of the Erdtree no es cualquier contenido extra. Es un paquetote que vale cada centavo y cada grito que vas a soltar. Es el tipo de juego que te hace querer mejorar, que te invita a explorar, a morir mil veces y seguirle dando. FromSoftware otra vez nos deja claro por qué están donde están. ¡Una chulada!
